Se dice que uno de los deseos más constantes de la humanidad es la búsqueda de la verdad. De ahí nace la filosofía, la religión, la política y, sin duda, el periodismo. El primer problema, sin embargo, consiste en definir exactamente, se diría que verídicamente, en qué consiste exactamente la verdad. ¿Es conocimiento? ¿Es confianza? ¿Es una mezcla de ambas cosas? ¿O es, simplemente, una aproximación a una realidad que no hemos tenido ocasión de conocer presencialmente?
En cualquier caso, es un problema. Para solucionarlo, los humanos recurrimos a las teorías, las doctrinas, las ideologías y los medios de comunicación. Pero ahora resulta que la filosofía plantea más preguntas que respuestas, las religiones clásicas se están quedando sin parroquia, los partidos políticos tradicionales se están quedando sin votantes y los periódicos cada vez tienen menos lectores. Y esto ocurre en un contexto histórico y cultural donde aumentan las ganas de saber, la espiritualidad, la participación social y la comunicación. Sobre todo, por internet.
¿Qué nos está pasando? He tenido ocasión de escuchar últimamente un par o tres de opiniones sobre el tema, de periodistas relativamente jóvenes que, como es su obligación, trataban de encontrar respuesta a esta pregunta. Había una que decía: “yo no sé qué es la verdad; pero la realidad es que en España las clases medias son cada vez más pobres, los ricos son cada vez más ricos, hay más corrupción, las mejoras no llegan a la microeconomía, tenemos un paro de larga duración del 20%, unos 3’8 millones de parados no reciben subsidio y unos 2’5 millones ya no reciben ninguna ayuda “.
Y que esta realidad es insostenible: esa es la verdad.at.
Leave a Comment