Decíamos el otro día que una noticia puede tener muchas definiciones, pero que en definitiva, y dicho algo cínicamente, es aquella información que un periodista, (con capacidad de hacer valer su criterio en el consejo de redacción de su medio) considera que es noticia. Afortunadamente, el periodismo es una ciencia inexacta que permite muchas otras aproximaciones conceptuales al tema.
Hay quien dice, por ejemplo, que una noticia, para llegar a serlo, debe tratar sobre algo sorprendente, emocionante y cercano. Llevado al límite, y siguiendo aquella analogía del hombre que muerde al perro, diríamos que para un culé, que el Barça pierda por cuatro a cero en casa contra un equipo de segunda división es muy diferente que si ocurre al revés, puesto que el Barça ganando en el Camp Nou por cuatro a cero a un equipo de segunda no sorprende a nadie. Sin embargo, si es el equipo de segunda (mejor no dar nombres) el que da un repaso al Barça, los barcelonistas seguro que experimentarán sorpresa y emoción (sin duda, negativa) y se sentirán afectados y cercanos a una desgracia que, muy probablemente, considerarán propia. Es decir, primera conclusión: sorpresa, emoción y proximidad son los tres principales sentimientos que generalmente van asociados al concepto de noticia.
Aun así, hay otro elemento a tener en cuenta: si el hecho noticiable no afecta -en mayor o menor grado- a la sensibilidad de una audiencia suficientemente numerosa de hipotéticos lectores / oyentes / espectadores, tampoco es demasiado noticia. Por lo menos, para que se interesen en ella los grandes medios de comunicación. Cabe recordar, en este sentido, que una noticia es un producto. Esto no niega, de ninguna manera, la responsabilidad y la dimensión pública – de servicio público- de la labor de los periodistas. Pero también hay que tener en cuenta que los periodistas trabajan para empresas, públicas o privadas; que tienen sus propios intereses empresariales; y que viven de la elaboración, la manufactura industrial, la presentación, el marketing y la promoción de los productos que elaboran. Es decir, de las noticias.
¿Y cuál es la relación entre el dircom o la agencia de comunicación y el medio de comunicación? Pues la misma que hay entre el proveedor minorista y el comprador mayorista: dame una información interesante y yo te la publico. ¿Interesante? Sí, que me llame la atención, que afecte a los sentimientos de mis clientes (lectores / oyentes / espectadores), que sea cercana, y que interese a un número suficiente de destinatarios como para que merezca la pena el tiempo que estoy invirtiendo en escucharte. Empieza por darme un título y después ya hablaremos. Un título que deberá ser propuesto al periodista de base por la agencia de comunicación o por el dircom correspondiente (o los dos juntos, que es la mejor combinación posible) para que lo “compre” y se lo pueda proponer a su jefe de sección, este a su redactor jefe, subdirector de información, etc. hasta llegar, si llega, al consejo de redacción.
Parece fácil, ¿verdad? Veremos. La próxima semana nos extenderemos algo más.
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