Sobre las diez de la noche del 26 de octubre Europa Press lanzaba la noticia: el histórico líder de Comisiones Obreras Marcelino Camacho moría en Madrid a los 91 años. Rápidamente, casi todos los diarios digitales daban transmitían el comunicado (remitido per EUiA) y el nombre del legendario sindicalista se convertía en trending topic en twitter.
El problema es que Marcelino Camacho se encontraba en estado crítico, pero no había fallecido. Una vez más, la prisa ha vencido al trabajo bien hecho.
Una simple llamada a la familia permitió a los medios desmentir el deceso, paso previo a proceder a cambiar o eliminar las noticias sobre el tema.
¿Por qué todo esto? Vivimos la época de la inmediatez, lo queremos todo y lo queremos ahora, ya , aquí, ahora mismo. Y los medios quieren tener la primicia, llegar primeros a la meta, y si hay que saltarse lo que se aprendió en primero de carrera (contrastar las informaciones, por ejemplo), se salta. Que nadie diga que llegamos los últimos a la noticia.
Lamentablemente, tantas prisas repercuten negativamente en el prestigio de la profesión periodística, ya de por sí bastante tocado. Y lo que es peor, nos tememos que acaben siendo norma, y no excepción.
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