Joan Tapia, gran periodista de escritura eficiente y voz profunda, presentó recientemente su dietario “Cataluña sin España” en el Cercle d’Economia, en una mesa moderada por su presidente, Anton Costas, e integrada por una variada representación de directores y ex directores de los principales diarios barceloneses: Lluís Bassets, de El País, Enrique Hernández, de El Periódico, Màrius Carol, de La Vanguardia y Carles Capdevila, del diario Ara. En total, cinco otros grandes pesos pesados de la prensa barcelonesa ante un auditorio socialmente significativo. En la sala, una nutrida representación de partidarios de la tercera vía, algunos representantes ocultos de la primera y tres o cuatro lectores del Ara. Parecía, en principio, que la conversación iría de soberanismo. Sobre todo, después de la intervención de los dos primeros ponentes, que desde diferentes posiciones, encendida e irónica respectivamente, iniciaron el combate de esgrima. Pero la verdad es el resto no entró directamente en la polémica y lo que pudo aprender realmente el auditorio es que es la generación a la que pertenecen y la propia experiencia de los ponentes durante la llamada transición democrática, son factores relevantes a la hora de hacer su análisis de la realidad actual. Como dijo uno de ellos, los hay que toman la transición como patrón para interpretar la realidad política actual y los había que no. Había que proyectaban expectativas de futuro y había que simplemente confiaban en la capacidad de adaptación de la naturaleza humana, entre la que, como es natural, se incluye la catalana. Evidentemente, no pondré nombres a ninguna de esas posiciones porque entonces ustedes no podrían adivinarlo y este artículo perdería toda la gracia. Sólo diré que aprendí que esto no depende de la edad y que salí con la idea de que la única certeza que tenemos es que certezas, pocas, por no decir ninguna. Y que habrá que aceptar que ya no hay nada que sea para toda la vida. Si no lo es el puesto de trabajo, ni el contrato de alquiler, ni el matrimonio, como lo era en la época de la transición, porque debería serlo la política? Yo ya hace días que le estoy dando vueltas en la cabeza. Feliz primavera a todos.
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