Una de las herramientas habituales en la redacción de InterMèdia es Optimot, consultes lingüístiques, el diccionario de catalán en línea que ofrecen conjuntamente y de manera gratuita la Direcció General de Política Lingüística, el Institut d’Estudis Catalans y el Centre de Terminologia TERMCAT. Los compañeros coincidimos en equipararlo con aquellas milagrosas navajas suizas multiuso que tantas veces nos permiten salvar engorrosos obstáculos. Y, perdonad mi atrevimiento, pero no nos falta razón. Porque, de hecho, mediante Optimot se pueden consultar al unísono la mayoría de fuentes solventes de que dispone la lengua catalana a la hora de resolver una duda, como el diccionario de l’Institut d’Estudis Catalans, los de catalán-castellano y castellano-catalán de la Enciclopèdia Catalana, los verbos catalanes de la Gramática de la lengua catalana (en una edición que no tiene nada que envidiar a la de Joan Baptista Xuriguera), los diccionarios terminológicos TERMCAT que recogen léxico especializado en diferentes ámbitos del conocimiento, los nomenclátores toponímicos de Cataluña, la colección “Criterios lingüísticos” –que no es sino un compendio de monografías sobre aspectos convencionales de la lengua y sobre cuestiones de estilo–, etc.
Creo que la virtud principal del Optimot radica en la versatilidad de un buscador eminentemente intuitivo que suele acertar con la demanda del usuario. Además, cuando la consulta básica resulta infructuosa, no debe caerse en el desespero: siempre se puede recurrir a una más avanzada. Incluso, en el caso improbable de que se llegue al extremo de no resolver la duda torturadora, ofrece un servicio de atención personalizada que con admirable eficacia pondrá fin a la contrariedad.
Ahora que, desde el pasado mes de marzo, también es posible consultar libremente en línea el DIEC2, el diccionario del Institut d’Estudis Catalans, la combinación de ambos soportes no deja prácticamente ningún resquicio al descubierto. Digo “prácticamente” porque si tengo que ponerle alguna pega a este impecable servicio es la falta de un diccionario de sinónimos y antónimos que pueda hacer sombra al clásico del lexicógrafo Santiago Pey. Sin embargo, como no hay mal que por bien no venga, siempre es agradable contar con una herramienta en papel sobre la mesa de trabajo para cuadrar el invento.
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