Hace un tiempo leí no recuerdo dónde un artículo en el que decía que la gran mayoría de niños de hoy en día tendría en su edad adulta profesiones que aún no existen. Lo que seguramente no pensaron los que recabaron el dato es que alguno de los dulces infantes que pueblan nuestras guarderías y parques acabará recolectando oro, tal como se hacía en el Lejano Oeste hace casi dos siglos. Oro virtual, eso sí.
Los gold farmers son jugadores ‘profesionales’, generalmente de Corea del Sur o de China, que se dedican a hacer continuamente acciones repetivivas pero muy lucrativas, como matar ciertas criaturas. Con el oro que obtienen pueden bien venderlo directamente o bien adquirir con él objetos poderosos que revenderán en el mercado real.
Huelga decir que las empresas creadoras de los videjuegos masivos prohiben expresamente la reventa de objetos virtuales por dinero real, sobre todo por los problemas que puede crear en el propio funcionamiento del juego. Pero no por ello parece que el negocio vaya a la baja, la demanda de estos ‘servicios’ es alta ; según los cálculos del gobierno chino este negocio movió la friolera de 300 millones de dólares en 2008.
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